Todos tenemos heridas de apego

Uncategorized Feb 15, 2022

Es muy probable que aún sin saberlo, la mayoría de nosotros/as hayamos experimentado una o más heridas de apego a lo largo de nuestra historia vincular temprana.


Sin duda, hay historias en que las heridas son más que evidentes, pero hay muchas otras en que pasan totalmente desapercibidas.

Porque las heridas de apego no tienen que ver con haber tenido padres físicamente presentes. Ni con haber tenido cubiertas gran parte de nuestras necesidades básicas. Ni siquiera con cuánto nos amaron. Es más, pudimos haber sido profundamente amados/as y aún así, haber sufrido grandes heridas.

Nuestras heridas de apego se generaron fundamentalmente al no contar con un ma/padre disponible, consistente y sintonizado con nuestras necesidades emocionales en momentos de estrés o vulnerabilidad, para ofrecernos el consuelo, la calma y la seguridad que necesitábamos.


La ciencia del apego nos ha enseñado a mirar nuestra historia temprana desde otro prisma y ha develado con una precisión asombrosa el impacto que ésta ha tenido a lo largo de nuestra vida, configurando la forma en que nos pensamos, nos sentimos y nos relacionamos con nosotros/as mismos/as y con nuestros vínculos más significativos.

En la adultez, nuestras heridas tempranas de apego inevitablemente se develan en el ámbito de pareja, de maneras muy específicas y con un automatismo enorme, a través de patrones que tendemos a repetir una y otra vez.


Esa es la razón por la que es fundamental tomar consciencia de nuestras heridas y comprender la forma en que hoy se hacen presentes. Sin duda, es uno de los caminos más directos y más eficientes para modificar nuestros patrones insanos y mejorar nuestra calidad de vida en lo emocional y en lo vincular.

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