Toda ruptura amorosa activa automáticamente nuestro sistema de apego, cuya función es preservar nuestros vínculos y garantizarnos la seguridad emocional que necesitamos. La pérdida genera tristeza, pero si ésta no es particularmente dolorosa o si contamos con recursos eficientes, nuestro sistema se regula y nos recuperamos.
Por el contrario, muchísimas veces nuestro sistema de apego se sobreactiva más allá de lo saludable. El alejamiento es leído como amenaza por nuestro cerebro, causando alerta y dolor emocional y físico. Se liberan hormonas del estrés que atacan nuestro corazón, sistema digestivo y sistema inmunológico. Ante el quiebre, nuestro cerebro se inunda de dopamina, regresándonos a la etapa inicial obsesiva de la relación. Se activan similares circuitos que en la abstinencia a una droga y con ello se ponen en marcha una serie de mecanismos para acortar la sensación de distancia emocional.
Estos mecanismos automáticos son:
Ser conscientes nos permite comprender y contrarrestar estos efectos a través de medidas como el contacto cero, evocando recuerdos negativos, modificando nuestros diálogos internos y activando nuestras redes de apoyo.
Lo más importante es distinguir estas reacciones de nuestros sentimientos y no leerlas necesariamente como señales de amor!!
El desamor es una experiencia maestra. Vivamos el proceso de manera consciente y saludable!!
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